There are days.
Days in which all seems to be ok. Days in which all seems to be going wrong.
Days in which seems that the traffic-lights turn green as you arrive. Days in which you curse them for foolishing you, changing into red just when you arrive.
Days in which the bus arrives to the bus stop at the same time that you. Days that the bus goes away just in front of you and it lasts an eternity to arrive to the next one (if it arrives).
Days in which the sun shines, specially if you're on the street. Days in which you put your feet onto the pavement and there's a sudden cloudburst.
Days in which yo go shopping or to do anything and ther
Hay días.
Días en que todo parece ir bien. Días en que todo parece ir mal.
Días en que parece que cada uno de los semaforos por los que pasas se ponen en verde ante ti. Días en los que los maldices por tomarte el pelo, poniéndose en rojo justo cuando tú llegas.
Días en los que el autobús llega a la parada a la vez que tú. Días en los que se te va en las narices y tarda una eternidad en llegar el siguiente (si es que lo hay).
Días en los que luce el sol, sobre todo si estás en la calle. Días en los que en cuanto pones un pie en la calle te cae un chaparrón.
Dí
¡Este año no hay regalos!
Estas navidades, niños y padres no han podido disfrutar de sus presentes en el día de los Reyes Magos. Cuando la mañana despertó a los pequeños de los distintos hogares del mundo, estos corrieron por sus casas pero no encontraron ningún tipo de regalo.
Las autoridades apuntan a un sospechoso, que ya ha sido requerido por la justicia internacional y será juzgado por el Tribunal Internacional de Derechos Humanos, acusado de atentar contra la felicidad mundial. El sujeto está gordo, luce una barba blanca y viste pantalones, gorro y chaqueta rojas y unas botas negras (s
Diario del Caballero Andante by Gariglan, literature
Literature
Diario del Caballero Andante
Día 87 de las aventuras del Caballero Sir John Chiflesky Inutiwood:
Hoy, mientras cabalgaba por las tierras del Condado de Tontingham, la dulce voz de una doncella reclamaba ayuda desde la cueva de la Vieja Sepia. Como entre los méritos para dejar la vida de aventuras y beber del Santo Grial está la salvación de damiselas en peligro, dejé mi fiel córcel a las puertas de la morada del villano y me interné en ella.
No tuve que caminar mucho hasta encontrarme con mi primer obstáculo para la consecución de mis objetivos. Un rocoso gigante (y digo lo de rocoso en su sentido más literal, ya que te
Gozo al deslizar mi mano sobre su piel. Es un tacto tan dulce. El calor de su abrazo me reconforta bajo el inclemente frío de la noche. Los cuerpos enlazados por unos brazos. Los brazos que unen a los solitarios para dejar de serlo.
Con una caricia en su espalda dibujando formas informes busco su complacencia. Su abrazo se vuelve más intenso como respuesta. No sé si los corazones laten al unísono o es el mío que se mueve con la fuerza de dos de ellos.
Me mira a los ojos, y al momento desvía su mirada hacia mis labios. Yo tampoco puedo evitar contemplar los suyos. Deseo conocer a qué saben. Las caras se ace
-¡¿Cómo dice, soldado?!- vociferó el corpulento sargento con su ceño fruncido.
-Que no pienso luchar. Tengo derecho a dejar el frente. Yo no me alisté para combatir, sino para ofrecer un servicio en la retaguardia- contestó el soldado.
-Eso es deserción, ¿sabe que puede ser condenado por ello?-
-Estoy en mi derecho. No vine para luchar-
-Debe luchar. Se lo debe a su patria-
-Yo no debo nada a mi patria, más que respeto, y la honro con mi trabajo, que está lejos de la línea de batalla-
-Entonces, usted está convencido de que no es su deber luchar y no está en deuda con
Este pueblo apesta. Apesta a abandono y a miedo. Espero acabar rápido mi trabajo.
El sacerdote del pueblo me contó la historia por la cual estoy aquí. Es un tipo majo. Su barba blanca deja entrever los años que lleva a sus espaldas, pero no deja de llevarlos con una ancha sonrisa. Aunque esa sonrisa se borra cuando habla del campanero.
Sí, el campanero. No suena muy terrorífico, cierto. A mí tampoco me lo termina de parecer. Pero por el terror que había en los ojos de ese hombre, tendré cuidado.
Por lo visto todo se remonta a hace un par de décadas, cuando el pueblo aún era un lugar al
Hace mucho tiempo, en esa época que los historiadores llaman "la Edad Media", vivió una bella princesa. La joven, de pelo dorado y piel tersa, vivía en un lujoso castillo, rodeada de un gran séquito que se ocupaba de cubrir todas sus necesidades.
Entre las varias personas que trabajaban a su servicio, se encontraba un plebeyo, feucho y tímido, que se encargaba del cuidado del caballo de la princesa, un pequeño purasangre de gran valor.
El sirviente estaba locamente enamorado de la chica desde el mismo instante en que vio sus hipnotizantes ojos, y esperaba el momento en que poder acercarse a ella. Pero la prince